Dos palabras que conocemos bien. Dos palabras que juntas, muchas veces, son el fantasma más temido de mucha gente.

“No sé tomar decisiones” “

¿Qué pasa si me arrepiento?” 

«Mi miedo más grande es haber decidido una cosa y después darme cuenta de que tendría que haberme decidido por la otra” “

Vengo decidiendo siempre bien, no me puede pasar de equivocarme”.

Con frecuencia, en consulta se escuchan estas frases, estando quien las emite, cargadas de angustia, casi de desesperación. Sus gestos gritan “Ayuda, decidí por mí, decime que hacer”

Retomo lo que mencioné en los primeros renglones de este artículo: decisión e importante son dos palabras que conocemos de memoria…Tan de memoria que me atrevo a afirmar que lo más seguro es que no te hayas cuestionado nunca qué es una decisión importante y por qué aquella que tenes en frente en este momento de tu vida cataloga como una…

Una consultante, el jueves por la tarde, me dijo: “Me pasó algo terrible ayer, gravísimo. Una amiga mía me ofreció trabajo. Ahora tengo que decidir…Qué hago? Por qué me pone en esta situación de tener que elegir? Yo no lo estaba buscando y ahora estoy en esta encrucijada espantosa”.

Clara, quien relata con angustia la propuesta de su amiga, no se encontraba contenta en su puesto de trabajo, siempre expuso más contras que pro. Pero ahora que su amiga le ofrece un puesto de trabajo en un rubro en el que ya trabajó y que sabe que le gusta, su mundo se vuelve “patas para arriba”.

Te tengo una noticia y no, no es trillado. No hay decisiones buenas y malas. Quiero decir, si las decisiones que tomamos están basadas en la consciencia y la responsabilidad y si en el transcurso de ellas no lastimamos adrede a otras personas.

Cuando tomamos decisiones con los criterios recientemente mencionados y las cosas no salen como suceden, eso no la transforma en una mala decisión. La transforma en una que construye, que nos lleva por caminos de los que seguramente tenemos cosas que aprender, por caminos que no hubiésemos recorrido de haber tomado esa otra decisión. Además, pensar que una decisión es mala, no hace más que ubicar a “la otra decisión” o al otro camino en un pedestal idealizado. Una toda buena, otra toda mala. Cuando en realidad no se decidió por la otra a consciencia, pensando en los beneficios y en las dificultades que no hubiese presentado.

En cuanto a las decisiones importantes: no se trata solamente del momento de tomar la decisión solamente y no son únicamente aquellas que aparentan cambiarnos la vida “por completo”. Muchas veces las decisiones importantes están en lo cotidiano, en esas que parecen pequeñas pero que en conjunto, paso a paso, nos van cambiando el estilo de vida, la forma de encarar la rutina que se avecina, el jornada laboral que queda por delante, la manera de vincularnos con los otros, etc.

Las decisiones importantes están llenas de cotidianeidad y muchas veces de espontaneidad, encubiertas en micro decisiones diarias.

Entonces si…Te doy esa noticia: vivís mucho más rodeada de lo que creías de decisiones importantes. Entonces si…tomas muchas más decisiones importantes de lo que crees. Y por último…Entonces si…si sabes decidir.

Perdele el miedo al momento fantasma de decidir cosas que supuestamente van a generar grandes cambios porque ya estas tomando diariamente decisiones que hacen a los grandes cambios de tu vida.

 

Autora: Mariana Romero