Me atrevería a afirmar que muchas mujeres hemos buscado, a veces de manera casi absurda, la aprobación externa en nuestros vínculos sexoafectivos, como la bruja de Blancanieves en su espejo.
¿Cuánto vamos a “aguantar”esperando a que nuestro querido espejito nos devuelva la imagen de nosotras mismas que tanto queremos ver?
¿Alguna vez te pasó de conformarte con “migajas” del otro por vergüenza de poner límites? Por supuesto, sin querer romper la imagen “inmaculada” que queremos que el otro vea y nos refleje.
Esta necesidad de validación puede hacernos sentir atrapadas, inseguras y, en ocasiones, nos lleva a perder de vista nuestra propia esencia.
Nos duele admitir que en algún momento de nuestra vida nuestra autoestima ha sido demolida, como la “Wrecking Ball” de Miley, tras un rechazo, un ghosting o un mensaje sin responder.
Pareciera que el otro tiene el poder de desvalidarnos por completo, haciéndonos dudar de nosotras mismas, como si nuestra imagen dependiera únicamente de la aprobación del «crush» de turno.
“Cuando estaba con él, me sentía la más linda del mundo. Ahora siento que nadie nunca me va a mirar como me veía él”, me compartió Damasia en su última consulta.
¿Por qué dejamos que la percepción de los demás defina quiénes somos?
Te cuento un secreto: si alguien te hace sentir muy chiquitita, probablemente no valga la pena. Peeeero, la aceptación y la autoimagen no pasan por pedirle a otra persona que lo confirme… Ese es un trabajo nuestro.
Con paciencia, reconocimiento personal, estableciendo límites, cultivando la autocompasión, rodeándonos de personas que nos eleven y por supuesto, un espacio terapéutico puede ser de gran ayuda.
Así que tira el espejito y ¡sácate una selfie de lo linda que estas hoy!
Autora: Belén Carriquiri